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martes, 14 de julio de 2015

Urge el cambio de la Ley Electoral #Yoelijocandidato

  Algo se ha hecho mal cuando la corrupción se convierte en un fenómeno endémico o parece ser el motor que impulsa al mismo sistema. Pero si hay que buscar culpables no es en los políticos sino en los que idearon el sistema: un sistema de Estados de partidos, y bien podemos decir estados, ya que para empeorar las cosas hay nada menos que diecisiete a los que hay que añadir el Central. Cada uno de ellos diseñado como indica el mismo Tribunal de Bonn y opina Antonio García Trevijano, para ser apéndices incrustados en el propio Estado. Se trata de partidos pertenecientes al Estado, pagados por el Estado y controlados por las oligarquías y jefes de cada uno de los respectivos partidos. Es el principio descubierto por Robert Michels cuando estudiaba la socialdemocracia alemana y que denominó Ley de Hierro de la oligarquía: La organización es la que da origen al dominio de los elegidos sobre los electores, de los mandatarios sobre los mandantes, de los delegados sobre los delegadores. Quien dice organización, dice oligarquía.
  Los grandes partidos funcionan así y no hay nada ni de malo ni de bueno en ello, pero la cuestión de la democracia interna de los partidos, además de ser una entelequia, es algo que al ciudadano le mantiene totalmente ajeno al proceso, pues según la Ley de Hierro, siempre controlarán a los partidos de masas unas oligarquías comandadas por el jefe de turno. En todo caso las influencias de las bases sobre su partido es una cuestión interna .
  Recientemente en España se produjo un intento de proyectar democracia interna en un nuevo partido llamado Podemos. Al final, ha sido inevitable que las luchas por el poder y las pasiones que someten a las oligarquías que ambicionan controlar todo partido de masas, hayan acabado con el espejismo de los círculos en los que intentó cimentarse la democracia interna de Podemos. Dicho espejismo surgió de forma espontánea de las asambleas y manifestaciones del 15M y ha sido hecho pedazos por el principio de Michels. Si los que empezaron liderando el partido prometieron un imposible, bien pudo ser por ignorancia supina, teniendo en cuenta que los líderes eran profesores universitarios de Ciencias Políticas, o un simple engaño para alcanzar el poder pensando en una población mansurrona y dispuesta a creer en los Reyes Magos.
  Así que muchos decepcionados ante el espejismo de los círculos de Podemos deben estar planteándose aquello de: apaga y vámonos, tanto si han participado como si estaban expectantes a ver qué pasaba. Los que conocíamos la Ley de Hierro de los partidos de Robert Michels, solo estábamos expectantes del cuándo, no del cómo. Al final es un partido más que se ha sumado a los otros con una oligarquía controlándolo. Fin de la historia de un Podemos que se suma a lo que precisamente criticaba. Un partido que pretendió en sus comienzos ser radicalmente de izquierdas y que cuanto más se enfrenta a la realidad que impone la partidocracia, más fuelle pierden sus soflamas populistas como reflejan las encuestas.  
  Entonces, si no puede haber democracia interna en los partidos, ¿dónde podemos encontrarla? ¿Es que la democracia se trata de una de tantas utopías? ¿Es que la democracia es un ideal y por lo tanto tampoco existe en la realidad?
  Esto nos lleva a un planteamiento que nos puede conducir a la libertad política. La democracia ya ha sido probada en el banco de pruebas de la historia con éxito, cuando las trece colonias americanas se independizaron de Inglaterra y la descubrieron tras ensayo y error casi por casualidad. Si la democracia existe y no puede darse en el ámbito de organizaciones de partidos de masas, ¿dónde se encuentra entonces? La respuesta es obvia,  fuera de los partidos, en ese espacio real y tangible que existe entre el ciudadano, su representante (pertenezca o no a un partido) y la forma en que podemos elegir y controlar a esos representantes. Esa es la Ley Electoral que hay que cambiar.
  La democracia empieza por el candidato civilizado que o bien forma parte de un partido financiado solo por sus miembros y nunca por el estado, o es alguien que ya se ha distinguido por algún servicio a la comunidad y presenta por libre un programa avalado por mil ciudadanos, digamos perteneciente a un distrito electoral pequeño monádico, de unos cien mil habitantes como propone Trevijano.
  ¿Queréis democracia? Pues diputado de distrito uninominal (uno por distrito), con carácter imperativo (por parte de sus electores) y revocable (podemos quitarlo) en cualquier momento en caso de deslealtad. El programa electoral debe equivaler al documento que firma Vd ante notario cuando da poderes para que alguien le represente en algún acto: una herencia, etc. Recuerdo la precisión del notario especificando qué podía hacer y qué no mi futuro representante (quien iba a estar presente por mí) cuando firmé un poder notarial. Pues ese documento notarial equivale al compromiso de mi elegido en la urnas. Vd debe tener a un representante eligiendo a alguien que esté presente por Vd en el Congreso, no que represente a un jefe de partido. La representación es el primer paso hacia la democracia, por lo tanto, el cambio de la Ley Electoral es indispensable si queremos democracia. Es hora de que no nos vengan con más cuentos y que los españoles nos demos cuenta del engaño y que no se instale el conformismo en la opinión pública. Por este motivo Red de Blogs Comprometidos, al que tengo el honor de pertenecer, lanza una campaña en el único lugar en el  que tiene acceso: en las Redes Sociales. Y lo hacemos con el hashtag  #yoelijocandidato porque se trata de eso. Se trata de que los candidatos nos representen a nosotros y no al jefe de su partido político. Para ello es imprescindible el cambio de la Ley Electoral: fuera listas y elección directa de un candidato por distrito para representarnos en el Congreso de Diputados, lugar por cierto al que el Gobierno debe tener absolutamente prohibida la entrada, como tantas veces he comentado. El Legislativo (diputados) jamás debe mezclarse con el Ejecutivo (gobierno), si lo hace será conforme a derecho, pero no es democracia.

                                                                                                                                                                            Vicente Jiménez

  He reproducido este artículo de Vicente Jiménez con su autorización, el cual suscribo en lo sustancial, aclarando que se trata de un documento de debate en RED.
  Me pasa lo que a los viejos comunistas, que prefiero un movimiento real antes que cien programas. Ir a un proceso constituyente es peligroso y deconstruir el sistema para ir a una auténtica democracia, no lo veo viable. Al bueno de Trevijano le pasará lo que a Voltaire en el final de su Cándido, que terminará por cultivar su jardín con la paradoja de que su apoyo más solvente para la causa republicana, lo ha encontrado en la persona de D.Iñaki Urdangarín. Recordemos que la teoría nace con el sentido de contemplar, theoros era el representante que las ciudades griegas enviaban a los festivales públicos. En términos de materialismo marxista, las condiciones objetivas obran en favor de un movimiento capaz de romper el bipartidismo al que se le identifica con la corrupción en mayúsculas.
  Me conformo con que el PP no sea liderado por Rajoy (ha demostrado ser un incompetente solemne); el PSOE no siga tutelado por Mr.X; Ciudadanos actúe como un pater familias; que  Podemos una su suerte a la de la Izquierda Hundida radical, y que todo secesionista nazionalista acabe siendo un Ibarreche.
  En RED hemos debatido y mantengo la idea de que el PP tiene los hombres, las bases, la organización, la marca y los votos, pero que el liderazgo de Rajoy conduce a la nadHEZ y al hundimiento (cuando menos moral) de la derecha. Siguiendo a Pierre Vilar, tiene hombres sin cabezas. Algunos pensamos que una hecatombe electoral, puede hacer reaccionar al partido y forzar un Congreso Extraordinario, por mucho que se empeñe el Sr. Rajoy en seguir montado en el coche oficial de por vida. No vamos aquí a señalar las decepciones de sus votantes ni los incumplimientos de su programa, pero el dilema es: ¿me tapo la nariz y voto a la nadHEZ de Rajoy o doy por hecho que un Gobierno de las izquierdas, de cordón sanitario contra la media España que tiene como principios la idea de la Nación, la libertad y la seguridad jurídica, sería mucho peor?
  Cada cual, puede obrar en conciencia, pero moralmente, uno no puede en ningún caso actuar en contra de sus principios. Si uno no actúa como piensa, termina pensando igual que actúa.
  En España padecemos el mal del Felón. Cada avance liberal es aplastado por un pueblo otrora entusiasta al grito de ¡Viva el Rey Neto! Hoy los Cien Mil Hijos de San Luis defienden con sus tropas un metasistema viciado creado para legitimar al sistema.
  Más Montesquieu y menos asignación de subvenciones en el BOE; recuperación de competencias por parte del Estado de Educación, Sanidad y Justicia y el fin del reinado de lo sociológico como último recurso de los incompetentes para huir de la política con mayúsculas. Menos interés porque no se dispare el precio del pollo y debates sobre el IVA, y más acción política y cumplir y hacer cumplir las leyes, por ejemplo al Gobierno del Sr.Mas.
  Si los programas se escriben para no ser cumplidos como decía Tierno Galván, que los votos no se destinen para consolidar la mentira y la política de hechos consumados de quienes los escriben. A veces se vota, y a veces se bota.
  Y vaya por delante, mi deseo de que los líderes que defienden los principios sin complejos, como Cospedal, Feijóo o Esperanza Aguirre, triunfen en las urnas. Los políticos de salón ni la conjura de los perdedores en las urnas, deben afilar la daga de Bruto. Solo el PP puede salvar al PP; el PSOE aún debe seguir regenerándose y Ciudadanos tiene que ir con pies de plomo porque puede morir de éxito. Podemos murió antes de nacer en el útero tanio  como ya vaticinamos en este mismo blog.
  En cualquier caso, urge una nueva Ley Electoral, seguimos siendo desiguales, cuando por abrazos de Vergara, los partidos NAZIionalistas obtienen con poquitos votos, mucha mayor representación que IU, Vox, UpyD.
  Votemos en conciencia y sin ciencia sociológica. Es el tiempo de la política.
 Amigo Antonio
Tu pragmatismo es loable: a mi aspiración sobre la democracia formal opones tu esperanza a que podrían salvar la situación una serie de políticos capaces en quienes podríamos sin duda alguna, poner nuestra confianza. En ello cualquier persona sensata coincidiría contigo. El problema es que nos encontramos tan lejos de conseguir tu apuesta como la mía. Es tan difícil que las oligarquías que forman las cúpulas den paso a otras nuevas (aunque estén muy cercanas al poder) como que aparezca una democracia formal por generación espontánea. El jefe de partido es nombrado a dedo por su anterior jefe porque no está esa decisión en manos de los votantes, y ni siquiera en las manos de las bases de los partidos que sustentan a ese dirigente.
Por lo tanto, ya que pedimos, por mi parte prefiero elegir la libertad colectiva: esto es, que seamos nosotros quienes elijamos a nuestros representantes. Esa idea es la base en la que se sustenta la democracia, la de verdad, y no el sucedáneo de la partidocracia en la que vivimos.
Vicente Jiménez

Amigo Vicente, te contesto como lo haría Stalin: prefiero equivocarme con mis amigos, antes que acertar con mis enemigos.
Si sobre las posibles soluciones, tenemos estrategias diferentes, coincidimos en el diagnóstico de quienes son los enemigos más acendrados de la democracia: liberticidas, comunismo y naZionalismo.