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martes, 22 de septiembre de 2015

El 27 de septiembre, todos los constitucionalistas deben ser estoicos.




  “El político tiene la obligación de gobernar y mi obligación es gobernar en Cataluña, mal o bien, no sé, ya veremos, eso lo dirá la historia. Ahora bien, cuando se gobierna no se pueden tener dudas, y en España quizá lo más grave es que todo el mundo duda de sí mismo y de los demás. Claro que hay que tener un sentido del Estado. (…)
  Para mí no hay gentes de izquierdas, gentes de derechas, no hay incluso andaluces, gallegos, castellanos, catalanes, hay solo ciudadanos de Cataluña, cualquiera que sea su postura ideológica, cualquiera que sea su procedencia geográfica”.-Josep Tarradellas- Revista Interviú número 165  -12/7/1979-.


   Aviso para la casta política española:
  “La democracia política es un producto tardío y artificial. Surge merced a una gran extensión de los privilegios aristocráticos, a través de la rebelión contra los abusos y en respuesta a la inquietud experimentada por el pueblo. El principio en que se funda no es la falta de personalidades eminentes, sino el descubrimiento de que las eminencias existentes han dejado de ser genuinas y representativas”.- Jorge Santayana-.

  Aviso para la casta política del Junts pel Sí:
  “La historia de la idea de democracia no se deja escribir como historia de las ideas. El significado y la validez de su concepto están tan fuertemente entretejidos con la especificidad de su momento histórico que difícilmente se dejan reconstruir sin esta consideración. Sin embargo, como idea política nunca se agota en esta especificidad histórica, sino que frente a ella conserva su independencia propia. Efectivamente, esta relativa independencia fundamenta la fuerza legitimadora que tienen las ideas políticas en cada uno de los conflictos actuales. La idea de democracia como principio utópico regulativo, como orientación de valor de una cultura política y como motivo psicológico de reconocimiento de un orden político legítimo, solo puede realizarse cuando al mismo tiempo está dispensada del azar de una específica situación histórica conflictiva”.- Helmut Dubiel-

  Vicente Jiménez, en el foro de #RED, a propósito del artículo que escribí en este blog Políticos catalanes entre bambalinas y ciudadanos bajo bambalinas, me sugirió que escribiese otro artículo para recordar a las personas que se cruzan de brazos a ver lo que pasa, que también son culpables ex aequo junto a la casta política secesionista catalana, de la inmoralidad del procés.
 Yo creo que esto nos lleva a dos preguntas: ¿por qué obedecemos?, y ¿por qué luchamos o dejamos de hacerlo en la vida política? Estoicos y epicúreos nos dieron razón de la actitud frente a la participación ciudadana. Epicuro recomendó vivir escondido, y refugiarse en su programa de sexo, drogas y rock and roll particular que consistía en disfrutar de la amistad a la sombra de un olivo y practicar la virtud para buscar el sosiego del alma. Los estoicos por el contrario participaban en la política activamente, haciendo de esa necesidad virtud. Aparte de su ética, repudiada por Hegel, (quien quiera hacer filosofía que abandone al estoicismo), los estoicos nos dejaron los dos saludos de la serenidad y el conocimiento, como mixtificación de la Historia en manos de los totalitarismos fascista y comunista. El saludo estoico con el brazo extendido y la palma de la mano abierta venían a significar que estaban en el proceso de alcanzar la fantasía cataléptica, y con el puño cerrado, que habían aprehendido dicha fantasía, una especie de teoría de la evidencia elaborada por Crisipo. En palabras de Marcel Proust hay convicciones que generan evidencias. De cualquier forma, ambos saludos identitarios se diferencian como modelo antropológico de individualidad y de libertad de los estoicos, frente a otro del hombre sometido a la colectividad de los totalitarismos. 

  El icono secesionista catalán es la estelada, y quienes se envuelven en ella participan en el proyecto totalitario de ruptura de España y de golpe de Estado, y se afirman no en la cultura política de libertad y democracia, sino en el odio y las mentiras históricas, y por ello dimos razón de que las emociones no podían fundamentar la ética ni la política, y que por tanto, el procés era un acto de inmoralidad. Esa es la esencia del proyecto: vincular al ciudadano sin derechos ni libertades a una Cataluña que exige que seas buen catalán, es decir, que repudies a España y a sus símbolos, como rito de iniciación.

  Ahora bien, si los defensores del SI a la ruptura, tienen claros sus métodos y fines y asumen con naturalidad su irracionalidad, en el sentido de que su ideología no está vinculada a la razón sino al resentimiento, ¿qué lugar ocupan los ciudadanos constitucionalistas que permanecen callados? En otras palabras, ¿es ético mirar para otro lado? Creo que ello nos lleva a la pregunta de ¿por qué obedecemos?

 Carlos Luis Escudero, confrontando La Política de Aristóteles, El discurso de la servidumbre voluntaria de Etienne de la Böetie y El Principe de Maquiavelo, llega a la conclusión de que “obedecemos porque está en nuestra naturaleza obedecer (siempre que nos consideremos esclavos), para Aristóteles; porque tememos al príncipe, siendo engañados por él, siendo él el garante de la conformación del Estado como bien común, (el que obedece es el pueblo, nunca el príncipe) para Maquiavelo, o por simple costumbre y desidia, ya que si quisiéramos no lo haríamos (el pueblo) para La Böetie”. En palabras de Jean Francois Revel, de todas la fuerzas que rigen el mundo, la mentira es la primera de ellas, y de todas las tendencias del ser humano, la primera es la esclavitud, es decir,  a ser dirigido y gobernado.
  Entre la naturaleza y el conformismo anda el juego de la obediencia, porque o bien “es el pueblo el que se esclaviza, el que se corta el cuello, ya que teniendo en sus manos el estar sujeto o ser libre, abandona su independencia y toma el yugo, consiente en su mal, o más bien lo persigue” -La Böetie-, o bien es una tendencia natural como podemos deducir cuando analizamos la forma de dirigir de directivos y políticos como gorila macho de espalda plateada.
  Sea como fuere, me voy a alejar de la pretensión de fundamentar la inmoralidad de la mayoría silenciosa. Entiendo que su postura vital es acomodaticia, e influenciada por otra emoción: el miedo. Ahora bien, en un país donde al menos formalmente gozamos de derechos y de libertades, la sumisión al nazionalismo, ha venido no de un miedo insuperable, sino de un miedo anudado al chantaje, con covachuelas y renuncias: puestos de trabajo en las administraciones públicas si hablas catalán, renuncia a la educación en la lengua vehicular de elección de los padres, renuncia a rotular el negocio en español, subvenciones nominativas a medios de comunicación de masas... mientras el miedo de la mayoría silenciosa se evaporaba con otra de gambas en el bar y con los comentarios de la liga de fútbol convertidos en panem et circenses.
  Con este panorama, cualquier acto de libertad se convierte en acción supererogatoria, y como diría Spinoza: “ni nos reímos ni nos entristecemos, ni nos carcajeamos de experiencias humanas, simplemente tratamos de entenderlas”. No juzgamos, intentamos comprender como nos enseñó San Agustín, pero esta mayoría silenciosa, no forma parte de ese ideal de hombre del Renacimiento que vive conforme a la máxima de Cicerón: nec spe, nec metu (sin miedo y sin esperanza).
  ¿Dónde podemos fundamentar la complicidad de los constitucionalistas con la secesión por su inacción? Evidentemente en la estupidez: “Esencialmente, los estúpidos son peligrosos y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido. Una persona inteligente puede entender la lógica de un malvado. Las acciones de un malvado siguen un modelo de racionalidad: racionalidad perversa si se quiere, pero al fin y al cabo racionalidad. (…) Con una persona estúpida todo esto es imposible.”- Carlo M. Cipolla- Stultorum infinitus est numerus, se tradujo en La Vulgata el versículo 1-15 del Eclesiastés.
  De manera que a esa mayoría silenciosa, solo le pedimos que el próximo 27 de septiembre vote a la Nación y bote a la secesión. Y se les recuerda que el voto es secreto.
  Ahora bien, si a la conducta del hombre de la calle no se le puede fundamentar la inmoralidad de su inacción, sí que en cambio podemos hacerlo sin ningún género de dudas a las asociaciones, sindicatos, empresarios, medios de comunicación, y a los intelectuales que han callado y comulgado con ruedas de molino durante treinta años. Sin apenas tiempo para hacer frente a la plataforma de Junts pel Sí, surgen declaraciones de dichos colectivos con un denominador común: Cataluña es inviable económicamente sin España, saldrá de la Unión Europea, del euro, no podrá pagar las pensiones, etc. Es una reacción tardía y estúpida porque siguen sin entender que el problema esencial no está en la pela, sino en los derechos y libertades de los ciudadanos, en el principio de legalidad y en algo que suele pasar de largo, y que en el foro de #RED, Vicente Jiménez y otros entre los que me incluyo, nos irrita: una generación de españoles no tiene derecho a decidir y en definitiva a invalidar el hecho heredado de generaciones precedentes de permanecer unidos. La idea de democracia solo puede realizarse cuando está dispensada del azar de una específica situación histórica conflictiva, como nos enseñó Dubiel.
  Los que luchan se abrazan, sentenció Hegel. Abracémonos no a la manera fascista, comunista, ni nazionalista, sino haciendo una cadena el día 27 de septiembre para ir juntos de la mano a las urnas los constitucionalistas.


obedecemos porque está en nuestra naturaleza obedecer (siempre que nos consideremos esclavos), para Aromo bien común