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viernes, 22 de enero de 2016

Rajoy y Pedro Sánchez no son Guzmán el Bueno ni los barberos de la paradoja de Russell.




 “Alonso Pérez de Guzmán, más conocido por Guzmán el Bueno, defendía la plaza tarifeña, entonces sitiada por los benimerines de Marruecos. No encontrando los sitiadores la forma de vencerle por las armas y teniendo cautivo al hijo del defensor de Tarifa, le conminaron a rendir la plaza o, por contra, darían muerte al indefenso niño. Y aquí surgió el hecho heroico, muestra de abnegación y lealtad. Guzmán el Bueno asomado a los adarves de la muralla se negó a entregar la plaza que el rey le había encargado custodiar. Y para mostrar su determinación lanzó al campo agareno su propio puñal, mientras que según un antiguo romance exclamaba: «Matadle con éste, si lo habéis determinado, que más quiero honra sin hijo, que hijo con mi honor manchado.»“
                                                                      Fuente: Ayuntamiento de Tarifa.

  Guzmán el Bueno fue un noble y militar leonés fundador de la casa de Medina Sidonia que según la leyenda arrojó su propia daga a los sarracenos sitiadores de Tarifa para que degollasen a su propio hijo antes que actuar con deshonor y rendir la plaza. En León, su estatua está ubicada en la plaza que lleva su nombre y por su posición estratégica recibe a los visitantes que llegan a la ciudad por cualquiera de las estaciones traspasado el puente de los leones insinuándoles: “si no te gusta León por ahí se va a la estación”.

  Rajoy y Pedro Sánchez han lanzado también su puñal a los enemigos de la legalidad, la Constitución y la Nación, pero no como un acto homérico, sino como una suma de ego, cálculo electoral en el supuesto de que se tuviesen que repetir las elecciones y en todo caso interés personal y de sus organizaciones. El PSOE viene avalado por los pactos en los Ayuntamientos con fuerzas antisistema que tanto espectáculo grotesco y vergüenza nos están dando. No defienden la plaza España, y están facilitando la entrada de secesionistas y liberticidas, quienes no necesitan degollar a la niña de Rajoy (scil. la famosa niña del marketing electoral) porque han entrado con sus nannies y abuelas por las puertas de Barcelona y Madrid.

  Rajoy y Pedro Sánchez tampoco quieren ser los barberos de la paradoja de Bertrand Russell quien demostró que la teoría de conjuntos formulada por Cantor y Frege es contradictoria. Esta paradoja que hizo temblar los cimientos de la lógica y de las matemáticas se solucionó excluyendo los conjuntos singulares (los conjuntos normales son los que no se incluyen a sí mismos, y los singulares son los que sí se contienen a sí mismos). Con esta paradoja, Russell puso de manifiesto que nuestra lógica contiene dentro de sí paradojas que consisten en que a partir de las mismas premisas, se obtienen conclusiones contradictorias entre sí. (Al final del artículo desarrollo, simbolizo y muestro la validez de cada uno de los argumentos de la paradoja con el esquema de abreviación utilizado).
  La Historia de ficción que da origen a la paradoja nos la expuso así Russell: “Hace muchos años, en un lejano reino, había pocas personas que su oficio fuera ser barbero. Para solucionar el problema, el rey dictaminó que los barberos solo podían afeitar a las personas que no podían afeitarse por sí mismas. Uno de esos barberos, era el único en su comarca y le entró la siguiente duda: “Como barbero no puedo afeitar al barbero de mi comarca, que soy yo, porque entonces podría afeitarme a mí mismo. Pero entonces, algún barbero debe de afeitarme, pero como soy el único que hay, entonces no me puedo afeitar”.

  El Rey debe proponer que los barberos Rajoy y Sánchez solo puedan afeitar a los diputados que no puedan afeitarse a sí mismos con el objeto de que pierdan en sus rostros todo tipo de miedos, deshonor, oportunismo y complejos para defender con gallardía como Guzman el Bueno, el sitio al Congreso de las huestes secesionistas y liberticidas. Pero dada su pertenencia a conjuntos singulares deberán asumir en su caso y si fuere necesario su exclusión de las reglas del juego para resolver esta paradoja que nos ha traído el 20D.
  No pedimos a los políticos que se sometan a las reglas de inferencia de la lógica, pero sigue siendo válida la máxima de Kierkegaard: donde no hay ética, no puede haber estética, ni gallardía. Antes que diputados, hombres de honor. Nuestros partidos políticos funcionan como las contradicciones lógicas, quienes defienden la igualdad pactan con quienes nos quieren desiguales; y quienes defienden la Nación, no hacen cumplir la ley a los secesionistas. Por el momento, Rajoy renuncia a la investidura pero mantiene su candidatura en la nueva ronda de contactos. Sic transit.