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martes, 19 de abril de 2016

Coño, con el manifiesto Koiné

   
  Artículo publicado por José Simón Gracia en su blog que tengo el honor de compartir con Ustedes con la autorización del autor.
  Pueden seguirlo en twitter: @mehuelea
                                                      Fondo: José Simón Gracia.


   “El castellano es la lengua de muchos de mis amigos, de personas con quienes comparto todo tipo de complicidades, alegrías, sonrisas y también preocupaciones y momentos duros. Es pues, la lengua habitual de la mayoría de mis vecinos, de muchos de mis amigos, de la gente que quiero, nacidos aquí o allí”.- Oriol Junqueras-

  Hace muchos años que el castellano fue expulsado de las calles de Cataluña con la aquiescencia del PSOE y PP. Todavía hoy, a modo de ejemplo, los municipios catalanes incumplen la legislación que obliga a rotular también en español las señales de estacionamiento restringido (tal vez alguien debiera plantear una demanda por prevaricación a los responsables municipales).
  También, desde hace años, se está expulsando el español de los colegios de Educación Infantil y Primaria. El programa de inmersión lingüística de la Generalidad (el famoso modelo catalán) ha relegado al español al mismo nivel que a las lenguas extranjeras con el consentimiento de socialistas y populares. ¡A saco contra el bilingüismo!

  Afortunadamente, la ciudadanía, con el apoyo de formaciones políticas y sociales, (Ciudadanos y Sociedad Civil Catalana principalmente), nunca ha renunciado a la defensa del bilingüismo, si bien con poco éxito a nivel institucional.
  Para neutralizar esa resistencia ciudadana e intentar ampliar la base social secesionista, el independentismo ha creado plataformas como Súmate (trampolín político de personajes como Gabriel Rufián o Antonio Baños) que intentan convencer a los otros catalanes de que en la futura República Catalana, ni la lengua ni la cultura española serían penalizadas. El propio Oriol Junqueras (ERC) prometía la cooficialidad del catalán y castellano y escribía: “El castellano es la lengua de muchos de mis amigos, de personas con quienes comparto todo tipo de complicidades, alegrías, sonrisas y también preocupaciones y momentos duros. Es, pues, la lengua habitual de la mayoría de mis vecinos, de muchos de mis amigos, de la gente que quiero, nacidos aquí o allí”.
  A pesar de todo ello, a pesar de la lluvia de millones que financian cientos de entidades sociales y culturales (auténtico vivero de independentistas), a pesar de TV3, del grupo Godó y del FCB, el independentismo no avanza, se estanca. Pero los secesionistas, lejos de desfallecer, lanzan una nueva campaña que, en esta ocasión, desprende un tufo etnicista insoportable y vergonzoso. Se trata de un manifiesto firmado por un grupo de lingüistas -impulsado por el grupo Koiné- que exige que el catalán sea la única lengua oficial en la futura República catalana. Sin embargo ha hecho saltar por los aires la estrategia secesionista, en palabras de Tardá: “el manifiesto Koiné no ayuda a acabar la tarea”.

  ¿Qué dice el manifiesto? Simplificando, dos cosas. Una, La coexistencia de dos lenguas cooficiales en Cataluña no es algo positivo, natural y enriquecedor como se dice, sino que constituye una anormalidad lingüística. Dos, advierten y denuncian que es inaceptable que la futura República catalana siga garantizando dicha anormalidad.
 ¿Qué aporta de nuevo? Al soberanismo, nada; seguramente, le perjudica puesto que resquebraja el marco que el catalanismo trató de afianzar durante décadas, “dos lenguas, un sólo pueblo”, y dibuja uno nuevo acorde con el independentismo más purista: “un pueblo, una lengua”. En este sentido, desde distintas esferas independentistas, se reprocha a los intelectuales firmantes que el manifiesto, más que revitalizar el proceso, lo dinamita.
  A quienes siempre recelamos de las bondades del catalanismo, nos confirma lo que temíamos: para el independentismo, el español es la lengua de la inmigración y un instrumento de colonización lingüística. Por lo tanto, el español debe desaparecer de la vida institucional y de la vida pública en Cataluña. Éste, y no otro, es el mensaje y el objetivo.
  ¡Coño, con el manifiesto Koiné!


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