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lunes, 4 de abril de 2016

Ruta 66, ¿dónde está enterrado Velázquez?, y una escritora llamada Teresa de Jesús.


 Estos tres artículos enlazados están escritos por Montserrat Gutiérrez, periodista, redactora de contenidos web y blogger,  y tengo el honor de compartirlos con Ustedes con la autorización de la autora.
  Están publicados en su blog Arte y Cultura dedicado a las curiosidades del arte, la cultura y la historia.
  Montserrat es autora de otros blogs sobre medio ambiente, curiosidades y viajes.
  Sus libros publicados los encontrará en este enlace.

La autora en twitter @montgutz 


   ●Una escritora llamada Teresa de Jesús.

  A Teresa de Jesús se la venera mucho y se la lee poco a pesar de que contribuyó a alumbrar el Siglo de Oro.

  Hizo varias revoluciones a un tiempo: la de su congregación y la de las letras, además de ser feminista a su modo sobreponiéndose al machismos de su tiempo.

Teresa de Jesús por fray Juan de la Miseria

  Aficionada a los libros de caballerías

  Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada (1515-1582), más conocida como Teresa de Jesús o Teresa de Ávila, no sólo fue una religiosa mística y fundadora de numerosos conventos de carmelitas descalzas, sino también escritora y poeta.

 Su padre, don Alonso Sánchez de Cepeda, era hijo de un judío converso toledano, se había casado en segundas nupcias con la noble castellana doña Beatriz de Ahumada, y había aportado al matrimonio tres hijos de su enlace anterior a los que se sumaron ocho, entre ellos Teresa. «Éramos tres hermanas y nueve hermanos», contó la propia santa, que según ella misma admitía era la favorita de su padre. Era la suya una familia cristiana que tenía muchos libros en casa, incluso de caballerías, pero, según se dice, no la Biblia.

  La propia Teresa relata en los escritos destinados a su confesor y reunidos en el libro Vida de Santa Teresa de Jesús, que desde sus primeros años mostró una imaginación vehemente y apasionada debido en gran parte a que leía con avidez (gusto que compartía con su madre), con seis o siete años de edad, esos libros romanceros de su padre, por eso, tiempo después, le apenaría tanto que algunos de esos libros que ella leyera en su infancia fueran prohibidos por la Inquisición: “Cuando se quitaron muchos libros de romance que no se leyesen, yo sentí mucho, porque algunos me daba recreación leerlos”.

  Ya desde niña tuvo un carácter enérgico y una fuerte voluntad. Cuentan que a los 7 años convenció a su hermano Rodrigo para que se fugase con ella a tierra de moros, buscando el martirio. Su siguiente fuga no se quedaría en intento. En 1535, ante la negativa de su padre para concederle el permiso paterno para ingresar en el convento de las carmelitas de la Encarnación, se iría de casa para tomar los hábitos y hacer los votos. No sin pena, como ella misma relató. Teresa tenía 20 años.


                                                Teresa de Jesús por Alonso Cano

  En el convento de la Encarnación vivió feliz 27 años, pero los años siguientes serían los más oscuros para la santa, que abandonó la oración en 1542 y un año después salió del convento para cuidar a su padre. Éste moriría en aquella Navidad y a su regreso, Teresa pasaría diez años más entre estados de desesperanza y periodos de oración hasta que en 1554, cuando rondaba los 40 años, tuvo lugar su conversión definitiva ante un Cristo llagado. Ese día nace Teresa de Jesús y comienza la segunda etapa de su vida. La de su fecundidad espiritual, mística y literaria. La etapa de fundadora.

  De entonces son sus primeras visiones y sus temores de estar siendo engañada «por el demonio». Su encuentro en 1560 con el santo franciscano Pedro de Alcántara resultó providencial para alcanzar la paz. Poco antes había tenido oportunidad de conocer a Francisco de Borja, que también sería santo, y años después mantendría una estrecha relación con San Juan de la Cruz.

  Una mujer osada, transgresora y feminista

 Los estudiosos de Teresa de Ávila coinciden en que su verdadero perfil ha estado muy emborronado durante años. Ella fue reformadora contra viento y marea, mística, escritora, poeta, atrevida y valiente.

  Aún hoy sorprende que la Inquisición no la encarcelase, como hizo con tantos otros genios de la época como fray Luis de León, finalmente el primer editor de las obras completas de Teresa. Pero la vigiló con saña como reformadora y como escritora. Demasiadas osadías que se añadían a unas cuantas impurezas (padre mercader y abuelo judío). En su época debió bregar contra sus superiores para reformar la orden y contra la Inquisición para publicar su obra. El Libro de la vida estuvo 12 años sin la autorización de la Inquisición. Pero siguió adelante con su escritura con coraje y energía. Al final ella es la que los vence a todos. Teresa de Jesús acabaría siendo la primera mujer nombrada Doctora de la Iglesia (junto a Santa Catalina de Siena) en 1970 bajo el pontificado de Pablo VI.

Teresa de Jesús niña, por García de Miranda

 La vida de Teresa de Jesús tiene muchas lecturas, pero lo cierto es que transgrede sin temor las leyes que su tiempo le imponen por su condición de mujer. Incumple la prohibición, impuesta a las mujeres, de leer las Sagradas Escrituras. Desoye la obligación, impuesta a las mujeres, de leer en voz alta y defiende la oración interior. Y accede, a través de Francisco de Osuna, de la teología mística oriental.

 El 24 de agosto de 1562 el Papa Pío IV le concedió su traslado con cuatro monjas al pequeño convento de San José de Ávila. La reforma del Carmelo se ponía en marcha. Apoyada por el general de la Orden del Carmen, recorrió todos los caminos de España fundando conventos. Fueron 16 en apenas 20 años: Ávila, Medina del Campo, Malagón, Valladolid, Toledo, Pastrana, Salamanca, Alba de Tormes, Segovia, Beas de Segura, Sevilla, Caravaca, Villanueva de la Jara, Palencia, Soria, Granada y Burgos. No pudo, sin embargo, cumplir su deseo de fundar un convento en Madrid.

  También fue Teresa de Jesús feminista a su manera, sobreponiéndose con coraje a los machismos de su tiempo de los que se quejaba diciendo: “Basta ser mujer para caérseme las alas”. Llegó a firmar sólo con el apellido de su madre, Ahumada. Y aconsejaba a sus monjas que no se arrugasen (“Nada te turbe, / nada te espante”), y menos ante “esos negros devotos destruidores de las esposas de Cristo”.

Teresa de Jesús por Rubens

 Teresa temía casarse (era “renunciar a una vida personal”, escribe), y tampoco quería meterse a monja. Se dice incluso “enemiguísima de ser monja”.

 Tenía un elevado concepto de sí misma, se creía llamada a grandes empresas y rechazaba la mediocridad. También se sabía guapa. Con cincuenta años cumplidos, le confesará a un carmelita: “Sabed, padre, que en mi juventud me dirigían tres clases de cumplidos; decían que era inteligente, que era una santa y que era hermosa.; en cuanto a hermosa, a la vista está; en cuanto a discreta, nunca me tuve por boba, en cuanto a santa, solo Dios sabe”.

  En septiembre de 1582, Teresa de Jesús llegó al monasterio de Alba de Tormes muy enferma. «En fin, muero hija de la Iglesia», dicen que fueron sus última palabras. Era el 4 de octubre, el día que entraba en vigor el calendario gregoriano, es decir, hoy el 15 de octubre.

  La enterraron allí mismo, en el convento de Alba de Torres aunque antes de que se cumpliera el año se procedió a la primera exhumación del cuerpo, que se encontró incorrupto. El padre Jerónimo Gracián procedió al rito de amputarle una mano que llevó a las carmelitas de Ávila aunque sin el dedo meñique que se quedó para él.

  Tres años después del fallecimiento la Orden de los Carmelitas Descalzos mandaron llevar el cuerpo a Ávila así que fue exhumado el 25 de noviembre de 1585 y se trasladó el cuerpo incorrupto aunque sin un brazo que se quedó en Alba de Tormes para compensar de la pérdida. La decisión provocó el rechazo de los Duques de Alba, que echaron mano de su poder para recuperar el cuerpo, y lo lograron puesto que Sixto V ordenó el traslado de nuevo a Alba de Tormes. En total pues, se le oficiaron tres entierros oficiales.

Teresa de Jesús por Velázquez

  Su cuerpo aún incorrupto se encuentra hoy en una capilla de la Iglesia de la Anunciación de Nuestra Señora de Alba de Tormes, custodiado por nueve llaves aunque despojado de muchas partes de su anatomía. En Alba de Tormes se conservan sendos relicarios con el brazo izquierdo y el corazón de la santa, un pie y parte de la mandíbula se encuentra en Roma, la mano izquierda en Lisboa, un dedo en París, aunque la reliquia de la santa que ha tenido una existencia más agitada ha sido la primera mano que se le seccionó.

  Las carmelitas de Ronda conservan la célebre mano incorrupta de Santa Teresa que tras la Guerra Civil fue a parar a manos de Francisco Franco y éste la llevó consigo como un talismán hasta su muerte. En su dormitorio del Palacio del Pardo hizo construir un altarcito para venerar la reliquia.

  Teresa pagó con persecuciones sus osadías, a cambio, su nombre corrió pronto de boca en boca por toda Europa, y sus libros fueron traducidos y muy leídos. Los más afamados escritores (Cervantes, Góngora, Quevedo, Lope de Vega...) y pintores, la ensalzaron. En 1576 pinta su único retrato en vida el carmelita Juan De la Miseria a quien ella recrimina: “Dios te perdone, fray Juan, que ya que me pintaste, me has pintado fea y legañosa”; Velázquez y Rubens también la pintan, e incluso el mejor escultor del barroco italiano, Bernini, realiza un grupo escultórico monumental en mármol conocido como la Transverberación de Santa Teresa o El Éxtasis de Santa Teresa.

  Su obra

  Toda la obra de Teresa de Jesús es, en realidad, una autobiografía llena de anécdotas (y rapapolvos sutiles) que reflejan el aplomo y el carácter (y el buen humor) de la reformadora y escrita en lengua vulgar.

  En los últimos 20 años de su vida escribió Santa Teresa el «Libro de la Vida», «Camino de perfección», «Meditaciones sobre los Cantares», «Moradas del castillo interior», «Exclamaciones», «Fundaciones», «Visita de Descalzas», las «Constituciones» para sus monjas, poesías y medio millar de cartas además de 66 «Cuentas de conciencia» para sus confesores.

  Ella no podía predicar, pero sí dijo lo que pensaba a través de las cartas, en las que no sólo hablaba de su relación con Dios.

  Dicen los expertos que escribía tan rápido como un notario ya que su caligrafía delata un trazo apresurado de alguien con muchos quehaceres y poco tiempo.

  Su tarea fundadora va a contarla en libros que no publica en vida, por prudencia, por la censura y por miedo. Ella misma aconseja, a veces, que se destruyan, una vez leídos por los destinatarios. Pero los libros y las cartas, manuscritos con gracia, corren de mano en mano. Incluso, Felipe II, que la admiraba, puso a buen recaudo varios manuscritos en El Escorial.

Teresa de Jesús por José de Ribera

 Es una escritora autodidacta, que no sabía bien latín, capaz de impresionar a un catedrático de la Universidad de Salamanca como fray Luis de León, que la admiró tanto que editó sus obras en el siglo XVI y se embarcó en la misión de escribir su biografía, una tarea inconclusa por su muerte, o fascinar a un joven San Juan de la Cruz, al que convence para refundar la orden.

  En todos sus libros hay páginas de sutil picardía, aunque con cuidado de que el inquisidor no se entere a quien agota su paciencia  o contra lo que veía mal.

  Teresa de Jesús cultivó además la poesía lírico-religiosa. Llevada de su entusiasmo, se sujetó poco a la imitación de los libros sagrados, apareciendo, por tanto, más original. Sus versos son fáciles, de estilo ardiente y apasionado, como nacido del amor ideal en que se abrasaba Teresa, amor que era en ella fuente inagotable de mística poesía.




  ●¿Dónde está enterrado Velázquez?

  Aunque sevillano de nacimiento, y salvo algún que otro viaje incluso al extranjero, Velázquez residió en Madrid durante casi cuarenta años, la mayor parte de su vida.

  Y en la Villa y Corte murió el gran pintor, aunque pocos conocen el lugar donde está enterrado el artista.


Autorretrato de Velázquez en Las Meninas

  Los últimos días de Velázquez

  Su último acto público fue en junio de 1660. Acompaño al rey y a la corte a la entrega de la infanta María Teresa a la Isla de los Faisanes para su matrimonio con Luis XIV de Francia. Velázquez, como aposentador real, se encargó de preparar el alojamiento del séquito y de decorar el pabellón donde se produjo el encuentro. El trabajo debió dejarle exhausto porque poco después cayó enfermo con fiebres y el 6 de agosto, fallecía. Velázquez tenía 61 años.

 Según Antonio Palomino (1655-1726), quien escribió la más completa biografía de Velázquez, al parecer el 31 de julio de 1660 el pintor había estado asistiendo al rey toda la mañana, pero sintiéndose mal (fatiga en el corazón, angustia, ardor de estómago…..) se marchó a su casa a donde el rey envió a sus médicos de cámara cuyo diagnóstico fue el de que el pintor padecía “una terciana sincopel minuta sutil” lo que le producía una sed continua, y que en definitiva fue una enfermedad mortal.

 Tal era su estado, que habiendo recibido los sacramentos, y asimismo testado, falleció tan sólo seis días más después a las dos de la tarde.

  Palomino sigue describiendo en su biografía que el cuerpo de Velázquez fue amortajado con el uniforme de la Orden de Santiago (que se le había impuesto el año anterior y que le había supuesto una obsesión y que suponía el ennoblecimiento de su familia), es decir, con capa, sombrero, espada, botas y espuelas incluidas. Según el biógrafo, Velázquez pasó esa primera noche sobre su cama y después pasaron su cuerpo a un ataúd forrado en terciopelo negro y con pasamanos de oro. Al día siguiente, lo llevaron a enterrar a la Parroquia de San Juan Bautista acompañado por los Caballeros Ayudas de Cámara del rey.

  Velázquez fue enterrado con la pompa y boato que requería su cargo. Palomino detalla que el ataúd fue colocado en el túmulo de la capilla mayor para el responso y que a los lados había doce baldones de plata con hachas y un gran número de luces e “hizose todo el oficio de su entierro con gran solemnidad con excelente música de la Capilla Real, con dulzura, y compas, y el número de instrumentos y voces que en tales actos, y de tanto gravedad se acostumbra. Asistieron muchos Títulos, y Caballeros de Cámara, y criados de su Magestad”

Plaza de Ramales, donde estuvo ubicada la iglesia de S. Juan Bautista

 Después de las exequias fúnebres varios caballeros le portaron en hombros hasta la bóveda de la iglesia depositándole en el lugar donde su amigo Gaspar de Fuensalida le había dejado un lugar al lado del que sería también su último lugar de descanso.

  Su cuerpo desaparecido

 La Iglesia de San Juan Bautista fue una iglesia que se encontraba ubicada en la actual Plaza de Ramales de Madrid y que fue edificada en el siglo XII.

  La iglesia fue demolida durante el mandato de José Bonaparte con el objeto de realizar la ampliación de la plaza, y ejecutando un plan de urbanismo que dejaba vía libre del Palacio Real a la Puerta del Sol.


  El caso es que en esta iglesia que estaba enterrado Velázquez,  al derribarla, su cuerpo también desapareció y aún no se han encontrado sus restos. 









  ●Ruta 66: La carretera más legendaria de Estados Unidos.

  La historia de la mítica Ruta 66 está ligada a la fiebre del oro en Estados Unidos, ya que unía la Costa Este y la Oeste por carretera.

 Sus 4.000 kilómetros de recorrido han sido inmortalizada en multitud de ocasiones en películas, libros y canciones.

La madre de todas la carreteras

  En el siglo XIX la única vía de comunicación entre la Costa Este y la Costa Oeste era la marítima. Había que hacerlo embarcando en algún velero o vapor de línea y contornear el continente, bajando hasta su extremo austral y doblar el terrorífico Cabo de Hornos.

  Pero la llamada “fiebre del oro” en las tierras del este requerían un transporte más rápido y eficaz para los cada vez más numerosos emigrantes del lado oeste que sucumbían a esa llamada.

  En 1867 se inauguraría la línea de ferrocarril transcontinental, una obra épica que, sin embargo, tampoco bastó para satisfacer la demanda de viajeros deseosos de probar fortuna en la Costa Este. 

  Sería a principios del siglo XX cuando se acometió la puesta en marcha de una red de carreteras. La que sería columna vertebral del transporte por carretera en Estados Unidos se llevaría a cabo gracias a la iniciativa de un empresario de Oklahoma, Cyrus Avery, que fundó en 1925 la AASHO (American Association of State Highway Officials).

  Se trataba de lo que luego se conocería como red de carreteras interestatales y que se vertebraron a raíz de una Gran Ruta Diagonal, que partía desde los Grandes Lagos y atravesaba ocho estados para llegar hasta el Pacífico. Así nacía la Ruta 66 o carretera madre, que tantos viajes y vivencias ha inspirado.

 El tráfico creció en la carretera debido al amplio territorio que cubría. Gran parte del trazado de la carretera era esencialmente llano lo que hizo que fuera una popular ruta de camiones así como la principal ruta de viaje para muchas familias granjeras (principalmente de Oklahoma, Kansas y Texas) para trabajar en la agricultura en California que partían debido a las grandes sequías de los años 30.

  Durante la Gran Depresión supuso un alivio para las poblaciones localizadas a lo largo de la carretera. La Ruta 66 pasaba a través de numerosas ciudades pequeñas, y con el crecimiento del tráfico en la misma, ayudó a posibilitar el auge de negocios (principalmente estaciones de servicio, restaurantes, talleres de reparación, etc.).

La construcción

 Se tardó doce años en construirla, quedando totalmente pavimentada en 1938. Pero durante su construcción creció sin cesar.

 Contrariamente a la creencia generalizada, la Ruta 66 nunca llegó al océano; acababa en lo que era el inicio de la U.S. 101, lo que es hoy la intersección de Olympic Boulevard con Lincoln Boulevard. Nunca estuvo en la intersección de Ocean Boulevard con Santa Monica Boulevard.

 En los años 30 sostuvo la economía de las zonas que la carretera atravesaba. La gente que prosperó durante la creciente popularidad de la carretera fue la misma que años más tarde luchó por mantenerla viva

 Ya en los años 40 la Ruta 66 se llenó de vehículos militares ya que se convirtió en la principal vía de comunicación para el transporte de material y tropas hacia la Segunda Guerra Mundial. Además hubo más emigración hacia el oeste debido a las industrias bélicas en California. A resultas de este uso intensivo de vehículos pesados, el firme de la carretera quedaría seriamente dañado. La Ruta 66, ya popular y totalmente pavimentada, se convirtió en uno de los principales itinerarios del país.

  Pero la mayor saturación de la carretera más famosa de Norteamérica llegaría con el boom del automóvil de los años 50. Cientos de miles de familias veraneantes con destino a Los Ángeles y deseosas de estrenar sus flamantes coches y visitar los numerosos y nuevos Parques Nacionales que jalonaban la ruta, colapsaron el tráfico de una vía que no estaba diseñada par los tiempos modernos.

 La carretera atravesaba el desierto de Arizona y cerca del Gran Cañón. El cráter de Arizona fue otra parada popular. Este elevado incremento del turismo hizo prosperar rápidamente todo tipo de atracciones a lo largo de la carretera incluyendo moteles y tiendas de curiosidades.  También marcó el nacimiento de la industria de la comida rápida, como el primer McDonald´s en San Bernardino (California).

 Todo ello reafirmó la reputación de la Ruta 66 como el casi perfecto microcosmos de la cultura angloamericana forjada a través del automóvil.

  Gran parte de la carretera en sus inicios, como muchas otras en aquellos tiempos, era de grava y tierra, hasta que estuvo completamente pavimentada en 1938. Aunque la mayor parte era un trazado llano, varios tramos eran peligrosos, más de una parte de la carretera fue apodada como "Bloody 66" (Sangrienta 66) y gradualmente se trabajó para rectificar esos tramos eliminando curvas peligrosas. Sin embargo uno, a través de las Black Mountains de Arizona, estaba lleno de curvas en horquilla pronunciada y cuestas empinadas a lo largo de todo el trazado.

 La Ruta 66 fue modificado varias veces, sobre todo alrededor de grandes ciudades mediante circunvalaciones o cinturones periféricos que permitieron a los viajeros evitar los atascos del tráfico urbano.

Abandono y recuperación

  Terminada la Segunda Guerra Mundial se inició un programa de trazado y construcción del Interstate Highway System, para racionalizar las comunicaciones entre los estados. La tupida red se finalizó definitivamente a principios de los años 90.
Pero ya desde 1984 fue posible viajar por autopista de Los Ángeles hasta Chicago por autopista en poco más de 30 horas, lo que significó el brusco abandono de la Ruta 66 como vía de comunicación de costa a costa.

 El abandono fue literal, ya que progresivamente las señales de tráfico fueron desapareciendo y algunos tramos de la carretera se fueron difuminando al paso de los años incluso hasta desaparecer.

 La U.S. 66 (Ruta 66) fue descatalogada (es decir, oficialmente retirada de la Red de Carreteras de Estados Unidos) el 27 de junio de 1985 después de decidirse que la carretera ya no era relevante y haber sido reemplazada por la Red de Autopistas Interestatales de Estados Unidos.

 Pero otra vez la iniciativa privada salvó a la histórica carretera de perderse para siempre. Ángel Delgadillo fundó en 1987 la Arizona Route 66 Association para su recuperación siendo posteriormente ayudado por los nostálgicos de otros estados.

  El resultado ha sido la total recuperación de una carretera que se ha convertido de nuevo en Meca para los turistas, viajeros y rebeldes moteros.

 En 1990, se fundaron de manera independiente las Asociaciones de la Route 66 en Arizona y Misuri. Otros grupos de otros estados de la Ruta 66 les siguieron. El mismo año, el Estado de Misuri declaró a la Ruta 66 "State Historic Route" (Ruta Estatal Histórica).

 La Ruta 66 dio su nombre a una compañía y también fue inmortalizada en la literatura (John Steinbeck en Las uvas de la ira) , la música pop (la canción “Get you Kicks on Route 66” de Bobby Troup la convertirían en éxito Nat King Cloe, Chuck Berry y fue grabada también por los Rolling Stones y Maniatan Transfer entre otros) y en series de televisión. Equipos de baloncestos llevan su nombre y varios negocios están asociados con la Ruta 66 porque están cerca o en ella.

 A la Ruta 66 se la ha llamado de muchas maneras como sobrenombre: El Gran Camino Diagonal; La calle principal de América; o La Carretera Madre, entre otros. 






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