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sábado, 30 de abril de 2016

¿Vergüenza o pena?

  Artículo de Luis Barros publicado en su blog Con—Tacto que tengo el honor de compartir con Ustedes con su autorización.
  El autor se presenta y nos presenta así su blog:

  “Primero la explicación del nombre de este blog, ya que son varios significados.
  Primero mi forma de ver, sí...soy ciego, así que veo con el tacto.
  Por lo tanto, muchas de mis críticas, serán contra las conocidas barreras arquitectónicas desde el punto de vista de cualquier discapacidad, y las críticas a las leyes y reformas pro discapacitados.
  Segundo, no porque mis opiniones o críticas vayan a ser suaves, no...sino que serán sentidas, con el tacto de los sentimientos.
  Y tercero, para intentar contactar con el más allá...No me refiero al mundo de los muertos, no, hablo de la política, que parece que están en otro mundo, olvidando que si un político está ahí, es porque lo han votado desde lo terrenal.
  Y para acabar, las cinco reglas, para que por unos segundos, cualquier persona se pueda poner en el lugar de un discapacitado.
  • Mirad sin ver.
  • Escuchad sin oír.
  • Sentid sin tocar.
  • Hablad sin articular palabra.
  • Caminad sin andar”.
   Pueden seguirlo en twitter @luisbarros_o


  Sí, siento vergüenza desde que hace unos meses empezaron las ofensas, los insultos, las humillaciones, los desprecios, y el poco respeto a casi 900 muertos y miles de víctimas.
Sí, siento vergüenza desde la puesta en libertad de un cabecilla etarra, un asesino, ya que para mí un individuo que pertenece a una banda terrorista es eso, un asesino, da igual quien organice, quien dé la orden, o quien ejecute, todos son lo mismo, terroristas y asesinos.
  Pues lo dicho, desde que estaba a punto de quedar en libertad hemos tenido que escuchar todo tipo de tonterías, desde que era un preso político, hasta que era una pieza fundamental para la paz.
  Sí, siento vergüenza al escuchar que el etarra Otegui es un hombre de paz. O yo no sé qué significa paz, o el concepto de paz para los energúmenos es callar matando a quien no piensa como ellos.
  Al parecer y a pesar de que estamos en un país democrático, paz también significa conseguir los objetivos políticos por cualquier medio: extorsión, coacción, chantaje, secuestro o directamente matando.
  Pero también siento pena por todas esas víctimas que tienen que ver y escuchar todas esas alabanzas hacia ese asesino que está libre y con un trato casi de jefe de estado (con minúsculas).
  Si para mí es insultante ver todo eso, no quiero ni pensar lo que sentirán las personas que han perdido a un familiar o a un amigo.
  Sé perfectamente que si está libre es porque cumplió su pena, y hay que aceptarlo. Pero lo que no entiendo es el tipo de trato que le dan ciertas personas que se convierten en sus auténticos y entusiastas palmeros. Y me refiero no a sus adláteres de la izquierda radical abertzale, sino a personas como Jordi Évole. Vamos a ver, entiendo que para un periodista lo principal sean las primicias, y que valga casi todo, pero tratarlo casi de colega y dar voz a un terrorista, no vale.

  Pero cuando pensaba que se había llegado al límite de la estupidez con este personaje, cuál fue mi sorpresa y estupor cuando escuché que dos de sus palmeros, los líderes de los partidos comunistas Iglesias y Garzón lo llevarían a Bruselas a no sé qué tontería. Y digo tontería porque la cuestión no es a lo que va, no, la cuestión es que va.

  Así que sí, siento vergüenza de la imagen que estos individuos están dando de España, mi país. Y a la vez también siento pena de lo que pensará el resto del mundo al ver que los españoles pasean por la capital europea a un terrorista. ¡Qué pensarán de nosotros!, que después de décadas luchando contra el terrorismo, con centenares de muertos y miles de heridos y víctimas, ensalzamos a uno de sus cabecillas y le llamamos hombre de paz.
  Así que ya veis.
 ¿Vergüenza o pena?
  Las dos.
  Yo, y mi tacto.


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