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domingo, 29 de mayo de 2016

Una sala de arte de Copenhague juzga de nuevo a Sócrates. Danish art exhibition glorifies jihad.

  “Si la mecánica se aplica a la sociedad como se aplica a la naturaleza, todo hay que empezarlo desde cero"- Descartes-.


 Una exposición de arte Danish art exhibition glorifies jihad en Copenhague exhibe una muestra sobre el terrorismo islamista intentando responder a la siguiente pregunta: why some people die for that which they believe in?, ¿por qué algunas personas mueren por aquello en lo que creen?
 La pregunta lleva in nuce su propia justificación porque excluye la formulación desde el punto de vista de las víctimas y de la Justicia: ¿por qué algunas personas justifican el asesinato por unas creencias? “Nuestra exposición trata de describir el término mártir desde diferentes ángulos a través de la Historia”, son palabras de uno de los organizadores de la feria de la infamia.

 Hasta aquí todo bien, pero el colectivo de artistas de izquierdas decidió incluir a los terroristas de París y Bruselas exhibiéndolos en la sala como mártires históricos como si se trataran de Juana de Arco o de Sócrates sic.

 Los artistas daneses, además, planearon incluir imágenes de los terroristas y réplicas de sus pertenencias explicando quiénes eran y lo que hicieron según informó The Copenhagen Post.

  Si no hay algún tipo de fe, sin un mito que lo acompañe, el arte es puro entretenimiento, y no merece ninguna reflexión filosófica. “En nuestros tiempos la ciencia del arte es, pues, mucho más necesaria que en otras épocas, en las que el arte por sí mismo proporcionaba como tal una satisfacción plena”- Hegel-.
 Exposiciones como esta, fundamentan la sentencia hegeliana sobre la muerte del arte porque se alejan de la pretensión de dar satisfacción a nuestras necesidades más elevadas instalándose en el mero oportunismo mediático o ideológico. El arte, o manifiesta sensiblemente lo supremo para conceder a nuestras emociones, ilusiones o conocimientos un acercamiento al espíritu, o es un mero pasatiempo, y en este caso un perder el tiempo para necios y progres que terminan por pretender que la cultura suprima la barbarie con el resultado de que la perfecciona (parafraseando a Voltaire).
 No voy a extenderme en la crítica artística, entre otras razones porque ni he visto la muestra, ni pienso hacerlo, pero lo que me llama poderosamente la atención es el paradigma de las izquierdas que en su autocomplacencia de su superioridad moral y cultural, terminan despreciando a las víctimas.
  ¿Por qué la humanidad en vez de alcanzar un estado verdaderamente humano, se hunde en nueva forma de barbarie? Adorno-Horkheimer-Arendt.

 “Para las víctimas de la historia –con sus sufrimientos individuales e inintercambiables– todo progreso es nulo: “El sacrificio más reciente es siempre el de ayer” (Adorno, 1977a, 269). Cada víctima es como el negativo de la coacción persistente y por tanto la negación de que haya existido realmente progreso. Lo contrario sería integrar y superar hegelianamente las víctimas en el movimiento del todo hacia un final feliz, degradándolas a estaciones de la ascensión imparable del espíritu o del género humano, y convertir de ese modo sus sufrimientos en una quantité négliegeable que inevitablemente hay que pagar como precio de ese ascenso. Esto podrá contribuir a la justificación de la (falsa) totalidad, pero desde luego no a hacer justicia a las víctimas, pues desde su perspectiva toda víctima es una víctima de más. Para el que es aniquilado, la negatividad aniquiladora no puede ser relativizada, no puede ser reducida a momento, a aspecto. Para él la negatividad es total, porque la aniquilación es total”. José A. Zamora.

  Sin el reconocimiento a las víctimas no hay posibilidad de que un pueblo o una entidad (en este caso la Unión Europea) puedan llegar a pertenecer a la historia universal porque su legado sin una organización moral y política carece de legitimación.
  La máxima cartesiana invitando a crear una sociedad desde cero sometida a leyes mecánicas, tiene sus vórtices en lo políticamente correcto, que es la sumisión a topo tipo de miedos que nos puedan despertar del mátrix del bienestar. Los progres están por el relativismo axiológico y cultural y el buenismo:
  “Ah, el consenso...el proceso por el que se abandonan todos los principios, creencias, valores y políticas en busca de algo en lo que nadie cree, pero a lo que nadie se opone; el proceso de sortear los problemas que deben ser resueltos simplemente porque no se puede alcanzar un acuerdo sobre el camino por seguir. ¿Qué gran causa podría haber sido defendida y ganada bajo el lema yo estoy por el consenso? El consenso es la ausencia de liderazgo”- Margaret Thatcher-.
  O Europa vuelve a sus raíces y retoma sus principios, o será aniquilada.

Este Concilio Vaticano declara que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, sea por parte de personas particulares como de grupos sociales y de cualquier potestad humana; y esto, de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos”. -Declaración Dignitatis Humanae, del Concilio Vaticano II-.
   La religión de la paz, o la paz, o el progreso moral son incompatibles con la idea de la sumisión por la fuerza, el terror, la imposición, o la inacción de quienes tienen la obligación de garantizar nuestras libertades. Una cosa es el laicismo y otra la laicidad; una cosa es la libertad religiosa y otra tolerar el adoctrinamiento; una cosa es el arte y otra la memez; una cosa es defender la libertad, y otra querer seguir dormido sin que te molesten. Estoy por la laicidad, por no tolerar ningún tipo de adoctinamiento, por el arte, y por defender la libertad. En resumen, estoy por la Europa que fue. Sic transit.


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