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domingo, 12 de junio de 2016

Peregrinos "in memoriam" y hospitaleros hacia la eternidad.

 El peregrino que moría en Compostela era enterrado en un pequeño cementerio situado detrás del Obradorio, a los pies del Pazo de Raxoi con una concha de vieira para que fuera identificado en el cielo y Santiago intercediera por él. Este recinto, ubicado junto a la iglesia de San Fructuoso, fue clausurado a principios del siglo XIX.
  “Engañado unas veces, olvidado otras, abandonado con frecuencia a su propio riesgo, el peregrino era siempre un símbolo que tenía que ser respetado, aunque individualmente pudiera representar muy poco en la vida. Convenía a toda costa conservar y respetar la institución peregrina, incluso fomentarla, porque suponía una baza fundamental de la doctrina cristiana, tal como supo verlo la Orden de Cluny y como asumieron la Iglesia y Estado casi inmediatamente. (…)

 El obispo Diego Gelmírez promulgaba un decreto Ad protegendos pauperes en 1113 donde especificaba: “A los mercaderes, romeros y peregrinos no les tome prenda; y el que lo hiciere, pague el doble de lo que hubiere tomado, sea además excomulgado y, por último, pague sesenta sueldos al señor de la tierra”. Las mismas ordenanzas o muy parecidas aparecen en el Fuero Real de España y en numerosos fueros locales (…) toda una serie de obligaciones, a las que estaban sujetos súbditos y ciudadanos, se convertían para el peregrino en exenciones que hacían de él un ser privilegiado de la sociedad, un individuo que dejaba de pertenecer a ella para convertirse en presunto ciudadano de otra sociedad celestial, en la que regían leyes distintas que anulaban todas las que los hombres promulgaban”.- Juan García Atienza-.
  En el Camino también convivían todo tipo de gente: vagabundos, pordioseros, prostitutas, pícaros, prófugos, ladrones...sin embargo, en la Edad Media toda esta circulación de personas no hubiese podido ponerse en marcha sin una motivación religiosa. Hacer el Camino por motivos deportivos, culturales o históricos hubiese sido impensable, por ello, junto a una mística del Camino, surge una mística de la acogida. El Camino se recorría con el auxilio de hospederías monacales y hospitales siguiendo los preceptos de San Benito, “los instrumentos de las buenas obras” donde se eleva la hospitalidad a norma.
  Algunas personas acogen en sus casas a los peregrinos, son los hospitaleros medievales, otras donan bienes y enseres participando en una empresa colectiva en favor de la ayuda al peregrino y como christianitas, y había quien regalaba su propia cama para el hospital “con ruego de que se ponga sobre ella su nombre y el peregrino rece un pater noster por su alma”. -Eliseo Sáinz Ripa-
 Estos hospitaleros formaban parte indisoluble de la sacralización del Camino. Hoy el peregrino y el caminante valoran más la acogida que las instalaciones a diferencia del turigrino. El encuentro con lo sagrado en el turigrino se reduce a estampar el sello de la Iglesia de la etapa en la credencial. Pero para el peregrino, lo sagrado y lo profano se funden.

 Los Hospitales tenían encomendado igualmente en caso de muerte del peregrino, oficiar misas, dar limosnas y ayudar en obras piadosas con los bienes del peregrino si no eran reclamados por familiares, y el reparto de enseres y ropas a los compañeros de peregrinaje. Recordemos que las capillas de Eunate y Torres del Río: “en cualquier caso, (tuvieron) una función cementerial al servicio de los peregrinos fallecidos en el Camino de Santiago. En el centro de la cubierta debió existir -como todavía existe en Torres del Río- una pequeña torre-faro lucernario o linterna de muertos, en la que una llama conmemorativa de los difuntos luciría ininterrumpidamente, acompañándolos en su descanso, sirviendo también de guía en el tránsito nocturno de peregrinos.” Fuente.
 Hoy, la muerte en el Camino pese a que ha perdido su imbricación numinosa, quiere honrar a sus peregrinos hacia la eternidad. Se mantienen ciertos ritos, y los peregrinos diferenciamos lo sagrado de lo profano en el espacio que transitamos para recordar a quienes murieron haciendo el Camino.

 La peregrinación medieval, especialmente en sus inicios, era una hazaña que otorgaba a los peregrinos un estatuto homérico, que se veía reforzado por el elevado número de fallecidos que no regresaban. Hoy, pese a lamentables sucesos como el asesinato de Denise Thiem la Orden del Temple ha sido sustituida con mayor eficiencia y seguridad por nuestra Guardia Civil, y el Camino ha perdido su heroísmo.
 Hemos constatado que la muerte formaba parte de la aventura, del riesgo, de la épica, asumiéndose sin dramatismo, formando parte de la vida y que llegado el caso, sería la última etapa para reposar con concha de vieira en camposanto, a sabiendas igualmente de que las ordenanzas garantizaban misas y oraciones para el peregrino.
 En la Primera Partida de Alfonso X El Sabio, el autor demuestra que todas las cosas pertenecen a la Iglesia Católica, y que enseñan a conocer a Dios por las creencias.
Previllejos e grandes franquezas han las Eglesias ... conuiene dezir en este titulo de las franquezas e de los previllejos que han tambien ellas como sus cementerios.
 Cerca de las Eglesias touieron por bien los Santos Padres que fuessen las sepulturas de los Christianos: e esto por cuatro razones”. Una de las cuales, es que los fieles, al ir a la Iglesia y vieran los cementerios se acordarían de los difuntos y rezarían por ellos. “Pero antiguamente los Emperadores e los Reyes de los Christianos, fizieron establecimiento e leyes, e mandaron que fuessen fechas Eglesias, e los Cementerios, fuera de las Cibdades e de las Villas, en que soterrassen los muertos, porque el fedor dellos non corrompiesse el ayre nin matasse los bivos”.

  En los cementerios de las iglesias no debían enterrarse a los ajusticiados sin arrepentir, a los excomulgados, a los impenitentes y a los muertos en torneos.
 El Xacobeo se ha propuesto recuperar la memoria de los cementerios del Camino y el concepto medieval de hospitalero: “los hospitaleros voluntarios colaborarán en la hospitalidad de los peregrinos. No se trata, en consecuencia, de realizar funciones de mantenimiento del albergue sino especialmente de acogida, compartir su experiencia, y participar en sus inquietudes”, señaló la Directora de Turismo de Galicia, María Nava Castro Domínguez. Fuente.

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