Translate

AddToAny

miércoles, 8 de junio de 2016

Diario de una ruta solidaria.



 El Diario de una ruta solidaria de Juan Manuel Palomino Ramírez ha sido publicado en su blog El tercer pie del gato y tengo el honor de compartirlo con Ustedes con la autorización del autor.
  Pueden seguirlo en twitter @jmpalominovalde


  Les propongo que se familiaricen con el tema leyendo este artículo del autor publicado también en este blog: Una princesa llamada Celia.
      http://www.unaesperanzaparacelia.org/

  Y que escuchen la  entrevista a Miguel Ángel Palomino, el ciclista y hermano del autor del Diario, que ha pedaleado por la provincia de Jaén, en Radio Torredonjimeno el 18/5/2016.
  Y por si no les apetece  leer hasta el final, vean este vídeo que quiere compartir con Ustedes esta princesa llamada Celia.



  Los artículos están escritos en tiempo real. Se publicaron el mismo día que la etapa que narran. La etapa número uno se realizó el 30 de mayo de 2016 y así sucesivamente hasta el final.


  Diario de una ruta solidaria: día 1.


  ¿Cómo se comienza a narrar una hazaña cuando el que la hace no tiene conciencia de que la está realizando? En esta tesitura me encuentro, porque por mucho que le digamos a Miguel Ángel que la Ruta Solidaria por Celia que hoy ha empezado es una proeza, él se limita a encogerse de hombros. Como si fuera algo de lo más normal.
 Es posible que tenga razón. Las buenas personas sólo necesitan una buena causa. Cuando la encuentran, es normal para ellos entregarse a ella sin reparar en el asombro que a los demás nos produce lo que están haciendo. De hecho, ellos son los más sorprendidos de la repercusión que su acción tiene entre los demás, y cuando les dices “es admirable lo que estás haciendo”, se limitan a sonreír con la sencillez que da lo que para ellos es lo usual.
  Así que les repito la pregunta: ¿cómo se comienza a narrar una hazaña? Quizá lo mejor sea comenzar por el principio, y viajar hasta el punto de partida de este primer día de pedaleo y sudor. Cojan el primer mapa que tengan a mano, porque el viaje comienza.
  Valdepeñas de Jaén ha sido el punto de partida de este primer día de ruta. De allí, Miguel Ángel ha ido a Alcalá la Real, Castillo de Locubín y ha finalizado el día de hoy en Alcaudete. En todos estos municipios ha habido reuniones con una representación del Ayuntamiento y se han colocado carteles. Mención aparte merece Alcalá la Real, donde Cándido, el Concejal de Deportes, se ha comprometido a incluir la enfermedad de Celia en sus jornadas deportivas sobre enfermedades raras a celebrar el próximo 28 de febrero. Además, como también es miembro del Plan Nacional de Reciclaje, ha prometido que se tendrá en cuenta a Celia en dicho Plan, en el que todos podemos colaborar con el sencillo gesto de guardar tapones y entregarlos en el sitio adecuado. Pero sin duda, lo mejor de la jornada para Miguel Ángel ha sido desayunar allí con su tía Mercedes. También los héroes necesitan abrazos de vez en cuando.
  En resumen, ha sido un buen comienzo. El objetivo de empezar a hacer visible el déficit de factor V está empezando a cumplirse. Y más cuando los que se cruzan con Miguel Ángel en el camino le paran y preguntan. Llama mucho la atención la bicicleta, pero más aún que alguien se lance a recorrer las carreteras armado solo con el ánimo de ayudar y empujado por la esperanza de una niña que solo desea ser como las demás.
  Han ido bien estos primeros 85 Kilómetros. Mañana se recorrerán más. Queda mucho por andar, pero Miguel Ángel cuenta con la ventaja de no pedalear con las piernas, sino con el corazón. Y él lo tiene muy grande. Ya lo decía Tolstoi: “la razón no me ha enseñado nada.    Todo lo que sé me ha sido dado por el corazón”. Ignoro si Miguel Ángel conoce la frase, pero estoy seguro de que su corazón alberga mucho más conocimiento del que los demás jamás aspiraremos a tener.
                        

    Diario de una ruta solidaria: día 2. 

  Cuentan los guaraníes que un día hubo un enorme incendio en la selva. Todos los animales huían despavoridos, pues era un fuego terrible. De pronto, el jaguar vio pasar sobre su cabeza al colibrí en dirección contraria, es decir, hacia el fuego. Le extrañó sobremanera, pero no quiso detenerse. Al instante, lo vio pasar de nuevo, esta vez en su misma dirección. Pudo observar este ir y venir repetidas veces, hasta que decidió preguntar al pajarillo, pues le parecía un comportamiento harto estrafalario: “¿Qué haces colibrí?”,- le preguntó-. El colibrí contestó: “Voy al lago, tomo agua con el pico y la echo en el fuego para apagar el incendio”. El jaguar se sonrió. “¿Estás loco? ¿Crees que vas a conseguir apagarlo con tu pequeño pico tú solo?”. El colibrí respondió: “Bueno, yo hago mi parte…”. Y tras decir esto, se marchó a por más agua al lago.
  Desde ayer Miguel Ángel está haciendo su parte. La ruta por los pueblos de Jaén continúa con el afán de hacer visibles las enfermedades raras en general y la de Celia en particular. Esa deficiencia de Factor V que hace que no pueda hacer lo que hacen todos los niños: jugar, saltar correr… vivir. Eso que Celia desea con todas sus fuerzas: hacer lo que hacen los niños de su edad. Desde ayer Miguel Ángel trata de ayudar en la medida que puede, pero sobre todo hace algo muy importante: dar ejemplo.
 Y de algo ha debido servir ese ejemplo, porque en el día de hoy se han unido a la ruta el Club Ciclista de Arjonilla y el club Lince de Marmolejo. Los 70 Kilómetros de esta segunda etapa de la Ruta solidaria por Celia han venido marcados por la compañía que estas buenas gentes han brindado a Miguel Ángel. Ellos también están haciendo su parte al proporcionar hoy un coche de apoyo, pero sobre todo al acompañarlo y ofrecerle cariño y ayuda. No es fácil pedalear cargado con toda la impedimenta necesaria para poder pasar nueve días fuera en régimen de autosuficiencia, y estar acompañado en el esfuerzo siempre es grato.
 Hoy ha sido un día provechoso. A Miguel Ángel le han ofrecido la posibilidad, una vez acabada esta ruta, de dar charlas sobre su desarrollo y así poder dar mayor difusión a la enfermedad de Celia. Además, se ha ofrecido la posibilidad de incluir a Celia en un programa de ayuda de diversos ayuntamientos. En otros municipios se ha dado la seguridad de seguir colaborando. Bonitas palabras; ahora solo falta que se traduzcan en hechos. Porque muchas sonrisas, apretones de manos y fotos solo sirven de cara a la galería; lo importante es que sirvan para que se haga algo práctico, y los investigadores puedan seguir con su labor de encontrar una cura para Celia.
 En el cuento del principio, el colibrí daba ejemplo. Igual que en la vida real lo hace Celia, fuerte y alegre ante su enfermedad. Y por supuesto Miguel Ángel, quitándose días de vacaciones para ayudar a los demás. Y es que los tres saben que Einstein tenía razón cuando decía que “el ejemplo no es la principal manera de ayudar a los demás, es la única manera”. Ellos hacen su parte. Los demás tenemos que hacer también la nuestra. Sí, Einstein tenía razón: es la única manera. Todos debemos hacer nuestra parte, porque es el único modo de poder empezar a solucionar los problemas que nos rodean. 


    Diario de una ruta solidaria: día 3.


  Vivimos en una sociedad en la que el ruido no nos deja oír nuestros propios pensamientos. Vivimos en una sociedad en la que olvidamos con la misma facilidad con la que nos conmovemos. Vivimos en una sociedad en la que tiene más valor la apariencia que la sustancia. Y es a esta sociedad en la que vivimos, a la que Miguel Ángel está tratando de concienciar del problema de Celia, cuyo mayor deseo a sus 10 años es hacer lo que cualquier niño de 10 años quiere hacer: correr, saltar y jugar sin correr el riesgo de acabar en el hospital más cercano por una pequeña caída o una leve herida. Lo bonito es que lo está consiguiendo, porque como decía Mark Twain “la generosidad es un lenguaje que los sordos entienden y los ciegos ven”.
 Tercer día de ruta y tercer día de buenas sensaciones. Los 90 kilómetros de hoy han estado llenos de buena compañía. Empezando por los 30 ciclistas del club “Los intrépidos” de Bailén que, junto a su Alcalde, han esperado a Miguel Ángel a la entrada del pueblo, siguiendo por el buen recibimiento que se le ha brindado en Linares y en el resto de municipios por los que ha pasado y acabando con las promesas de colaboración que ha obtenido allá en donde ha estado.
 Mañana espera la Sierra de Segura y empezará lo realmente fuerte. Rampas duras desafiarán la generosidad de Miguel Ángel, que seguro que superará ayudado por las buenas gentes que encuentre a su paso. Nada como la generosidad para llamar a más generosidad. Como ya he dicho en otra ocasión, llama mucho la atención una bicicleta con alforjas montada por alguien en cuyo ánimo solo estar ayudar, un loco maravilloso que se ha lanzado a la aventura con el único fin de dar esperanza y sacudir conciencias. Y ahí estaremos nosotros para narrarlo.
 Sí, ha sido un buen día lleno de buenas sensaciones. Hoy el ruido ha parado por un instante y nos ha permitido escucharnos a nosotros mismos, y lo que hemos oído nos ha dejado maravillados. Esta sociedad en la que vivimos ha dejado por un momento de girar enloquecidamente y nos ha permitido ver con calma que es más importante un gesto generoso que muchas imágenes de las que nos bombardean a diario.
 La generosidad llama a la generosidad sin duda. Ayer tuvimos una prueba, cuando el Ayuntamiento de Bailén pagó el alojamiento, cena y desayuno de Miguel Ángel. Hoy hemos tenido otra prueba, porque el Ayuntamiento de Beas de Segura, donde mañana empieza la etapa, hace lo mismo. Mi agradecimiento y el de mi hermano por su generosidad. Como agradecemos al Ayuntamiento de Marmolejo el video sobre Celia que ayer sacó en su página de Facebook. Su gesto hace que todo sea más llevadero y que todos tengamos la sensación de que, a fin de cuentas, no estamos perdiendo el tiempo.
 Las manos que hacen son más generosas que los labios que predican. Y los pies que pedalean por una buena causa son más poderosos que la luz enceguecedora que no nos permite ver que hay cosas maravillosas más allá de los mensajes inanes, las promesas huecas y las discusiones de fueras de juego en la undécima. Poco a poco, Miguel Ángel lo está consiguiendo. Mucho ánimo. Por Celia.


    Diario de una ruta solidaria: día 4.


  Dicen que la vida es como montar en bicicleta: si no quieres caerte tienes que seguir pedaleando. Miguel Ángel y Celia lo saben bien. Ambos pedalean sin descanso con un objetivo a la vista. El de Celia, mantener la felicidad propia de los niños de 10 años. El de Miguel Ángel, ayudar a Celia a seguir siendo feliz. Y es que mi hermano ha comprendido a la perfección la frase que Platón nos dejó hace 2.400 años: “buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro”. No se me ocurre nada comparable a la satisfacción que tiene que tener Miguel Ángel cada día que pasa, porque buscando el bien de Celia, se está encontrando a sí mismo.


  Entramos en unos días en los que la Ruta solidaria por Celia se viste de sufrimiento. No son etapas muy largas (hoy Miguel Ángel solo ha hecho 53 kilómetros), pero ha tenido que soportar rampas de hasta el 23%. Y si ya es difícil subir un muro así solo tú y tu bicicleta, imaginen cómo habrá sido cuando esa bicicleta lleva unas alforjas con 25 kilos de peso. Es lo que tiene tener que llevar la impedimenta a cuestas para poder pasar la noche. Claro que más peligrosas eran las bajadas, con esas curvas que hacen que el barranco que hay a los lados se vea más cerca de lo que la prudencia aconseja. Pero si no fuera duro todo el mundo lo haría, es la dureza lo que lo hace grande. Además, por mucho que se sufra, la satisfacción de estar haciendo lo debido es aún mayor.
  Los pueblos de la Sierra de Segura son preciosos de visitar pero cuesta mucho trabajo llegar hasta ellos. Sin embargo, el esfuerzo ha valido la pena. Hoy se ha conseguido que se organice un nuevo evento solidario. En La Puerta de Segura se organizará un torneo de pádel a beneficio de Celia. Además, mañana, en el Festival Internacional del Aire que tiene lugar en Cortijos Nuevos, saldrá el cartel de Celia para dar a conocer su caso. Poco a poco se va consiguiendo hacer visible el drama de las enfermedades raras, y haciendo que todos tomemos conciencia de que detrás de cada una de ellas hay vidas.
  Todo esto se suma a los eventos ya conseguidos en Andújar, Linares, Santisteban del Puerto y Arjonilla. Eventos que van desde una novillada a una exposición fotográfica, pasando por un partido de fútbol o un día de bicicleta solidaria. Sí, poco a poco se van consiguiendo resultados en forma de actos benéficos. La carrera es larga, pero ya se están dando los primeros pasos y la meta está cada vez más cerca.
  Mañana, además de continuar su recorrido por la Sierra, Miguel Ángel volverá a La Puerta de Segura a dar una charla sobre Celia y la ruta solidaria en el colegio de la localidad. Ha sido invitado por el Ayuntamiento. Merecerá la pena regresar allí y dar a conocer a los chicos que la solidaridad con los demás nos hace mejores, y que la mejor forma de felicidad es ver felices a los que están a tu alrededor. De paso, les recordará que valores como el esfuerzo y la generosidad nunca pasarán de moda. Y se lo enseñará de la mejor manera posible: con su propio ejemplo.


  Esta noche nuestro ciclista favorito dormirá en Orcera. Mañana le espera otra dura jornada de rampas, curvas, subidas agónicas y bajadas peligrosas. Descansará lo mejor que pueda en el espacio que le han habilitado en el Parque de bomberos de la localidad. El cansancio se va acumulando pero el resultado final seguro que merecerá la pena. Poco a poco se van quemando etapas y consiguiendo el objetivo de que Celia sea una causa para todos. Recordar su bonita sonrisa dará el ánimo necesario cuando las fuerzas flaqueen. Este diario y su protagonista se despiden… pero solo por ahora. Dulces sueños.

   
    Diario de una ruta solidaria: día 5.



 Decía Arthur Ashe que “el verdadero heroísmo es notablemente sobrio, muy poco dramático. No es el deseo de superar a los demás a cualquier precio, sino el deseo de servir a los demás a toda costa”. Algo de esto debía saber él, único jugador de tenis negro de la historia en ganar en Wimbledon, ya que se le recuerda no solo por su gran carrera tenística sino también por su lucha contra el apartheid de Sudáfrica. Algo de esto deben saber también los familiares de Celia, para los que no existe causa ni afán más grande que esa maravillosa niña. Y algo sin duda debe saber Miguel Ángel, lanzado a la aventura con el único fin de servir a los demás sin hacer preguntas y sin recibir nada a cambio.
  Acabando la semana, hemos tenido lo que en el argot ciclista se llama “una etapa de transición”. Pero no se crean que los resultados han sido flojos, todo lo contrario. Los 45 kilómetros de hoy han dado para mucho. En palabras del propio Miguel Ángel, hoy ha sido una etapa instructiva y muy inspiradora. Empezaba el día en La puerta de Segura dando unas charlas en el colegio a los niños de todas las edades allí presentes. Con la inocencia propia de su edad, muchos querían acompañarle en la ruta. Espero sinceramente que ese afán de servir a una causa justa les dure y les haga mejores personas. Estamos muy necesitados de gente buena, y me temo que vamos a seguir estándolo en el futuro. 
  Así que, en vista de que (muy a su pesar) no han podido coger su bicicleta y acompañar a Miguel Ángel, le han escrito a Celia una carta de apoyo. Pronto la recibirá, y estoy seguro de que su sonrisa se ampliará al ver las muestras de cariño que le han prodigado. Es importante que Celia nunca deje de sonreír, y aún más importante que sepa que no está sola y que no lo estará nunca. Será la única manera de que no pierda la esperanza y siga mirando hacia arriba, porque todos sabemos que nunca encontrará el arco íris mirando hacia abajo.
  Por la tarde ha sido Miguel Ángel el que ha mirado hacia arriba. No, no lo digo en sentido figurado, sino literal. Ha visitado el Festival Internacional del Aire que se está celebrando en Cortijos Nuevos y allí ha tenido ocasión de hablar con el comité organizador y con el campeón del Mundo de parapente, Francis Reina. Todos han dado su apoyo a Celia y su afecto a Miguel Ángel por la labor que está realizando. Allí se ha mostrado el cartel de apoyo a Celia que mi hermano siempre lleva consigo. A veces un acto simbólico tiene mucha más fuerza que otro tipo de actos, y ver la solidaridad de todo un campeón mundial es algo que debería hacer reflexionar a muchos. 
  Por último, pero no por ello menos importante, han demostrado su apoyo y su deseo de difusión Paco e Itziar, dueños del foro de cicloturismo “Rodadas”. Cuanto más se conozca a Celia, más la ayudaremos. Porque no debemos olvidar que ese es el fin último de todo lo que se está haciendo: ayudar a Celia a seguir siendo feliz y a que su sonrisa sea permanente. Estoy seguro de que al final lo conseguiremos y algún día encontraremos lo que estamos buscando. O quizá no: quizá lo que encontremos sea algo mucho mejor. 

   Diario de una ruta solidaria: días 6 y 7.



  Ha muerto Mohammad Alí, mito del boxeo y de la cultura popular del siglo XX. Durante sus 74 años de vida demostró tener fortaleza en el ring, y también fuera de la pelea como referente ideológico, y no solo para la población afroamericana. Sus declaraciones se han convertido en sentencias casi tan relevantes como sus gestas deportivas. Muchas veces arrogante, otras filosófico y las más, emocional, Alí nos dejó frases para el recuerdo. Pero de todas ellas, yo me quedo con una muy especial: "Imposible es sólo una palabra que utilizan los débiles que encuentran más fácil vivir en el mundo que les han dado que explorar el poder que tienen para cambiarlo. Imposible no es un hecho, es una opinión. Imposible no es una declaración, es un desafío. Imposible es potencial. Imposible es temporal. Nada es imposible".
  En efecto, nada es imposible. Y hay que luchar sin descanso para que así sea. Como lo hace Celia, empeñada en ser feliz a pesar de las circunstancias. Como lo hacen todos aquellos que la quieren, convencidos de que hay luz al final del túnel y que esa luz es la de un mundo maravilloso. Como lo hace Miguel Ángel, que sigue pedaleando por las carreteras de Jaén sabiendo que cada pedalada tiene sentido y cada kilómetro recorrido es una victoria de todos. Como lo hago yo, poniendo lo mejor de mí en cada crónica que escribo con el ánimo de dar a conocer al mayor número posible de personas el problema de las enfermedades raras a las que nadie haría caso de otro modo.
  Ayer y hoy Miguel Ángel ha aprovechado para pasar de la Sierra de Segura a la de Cazorla, donde el lunes empezará una nueva etapa de la ruta solidaria. Ha disfrutado de un paisaje verde como pocos, se ha bañado en el río y ha contemplado el gran embalse de la provincia, el Tranco. Unos momentos de relajación previos a lo que le espera la semana que viene, cuatro etapas en las que echará el resto en busca de apoyo y solidaridad con nuestra princesa.
  Días de transición, que no de descanso. Poco más podía hacer, habida cuenta de que es fin de semana y los Ayuntamientos están cerrados. Mañana lunes se reanudará la actividad administrativa y Miguel Ángel podrá volver a reunirse con Alcaldes y concejales, asociaciones y clubes. Volveremos a contar kilómetros y sudores; esfuerzos y fatigas; sonrisas y reuniones. Hasta que llegue ese momento, estaremos quietos pero no descansando. Porque seguiremos luchando convencidos de que imposible es solo una opinión. Y esa opinión no coincide con la nuestra. 


     Diario de una ruta solidaria: día 8.

  “Hay cosas encerradas dentro de los muros que si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo”. Qué mejor modo de empezar la narración de esta etapa que con esta frase de Federico García Lorca, del que ayer se cumplieron 118 años de su nacimiento. Una etapa en la que han continuado las cuestas interminables, los descensos sinuosos y las curvas con precipicios a los lados. Pero eso a Miguel Ángel no le importa, porque está liberando algo que llevaba mucho tiempo encerrado dentro de un muro, y su grito está llenando el mundo. 

  Hoy la Sierra de Cazorla ha sido testigo de cómo mi hermano está tratando de liberar la solidaridad que todos llevamos dentro. Esa solidaridad encerrada dentro de nosotros y que en muchas ocasiones pelea por salir a la calle y gritar. Porque de eso se trata, de dar a conocer el caso de Celia para que el aire se inunde de gritos que digan “yo también quiero ayudar”. No importa que nos sintamos pequeños o que pensemos que nada cambiará con nuestro grito, porque mucha gente pequeña, en lugares pequeños y haciendo cosas pequeñas puede cambiar el mundo.
  Todo es importante para dar difusión. Una entrevista en la radio (como hoy le han hecho a Miguel Ángel en Radio Cazorla), un artículo en un periódico, un “Me gusta” en las redes sociales… Todo contribuirá a que los gritos sean cada vez más numerosos. Para eso pedalea Miguel Ángel. Para eso escribo yo. Porque Celia debe seguir sintiendo que no está sola, que muchos estamos junto a ella. Animándola, haciéndola sonreír, colaborando con su causa en la medida que podemos.
  Poco a poco se van consiguiendo avances. Un nuevo acto se ha sumado a los que ya estaban comprometidos. El próximo viernes tendrá lugar en Torredonjimeno, lugar de residencia de mi hermano, una gala a beneficio de Celia y de la investigación de las enfermedades raras. Poco a poco, más y más gente conoce el caso de Celia y la lucha que su familia lleva a cabo. Y dando a conocer esa lucha será la única forma de que Celia y su familia sientan que no están solos. Sí, poco a poco el viento trae cada vez más gritos de solidaridad que llevaban mucho tiempo encerrados y que ahora, una vez libres, lo llenarán todo.
 Hoy es más importante que nunca que esos gritos resuenen bien fuertes. Celia ha entrado en el hospital con un hematoma de feo aspecto que es necesario observar. Hoy Celia y su familia deben sentir nuestro apoyo y nuestro cariño. Mi grito resonará bien fuerte y estoy seguro de que Celia lo oirá desde el hospital. Le pido que me acompañe, que usted también grite, que Celia sienta nuestro ánimo y nuestro aliento, y que de este modo no pierda esa sonrisa que esconde detrás a una princesa. Grite, no sea tímido. Únase a los gritos de los demás. Porque Lorca tenía razón: nuestros gritos llenarán el mundo.


      Diario de una ruta solidaria: día 9.



  Cuando empecé a realizar este diario me hice la firme promesa de no escribir sobre política ni, sobre todo, de políticos. Al menos, mientras la ruta que está realizando mi hermano Miguel Ángel estuviera activa. Hoy, sin embargo, me veo obligado a romper esa promesa hecha a mí mismo. Y no porque a mí me apetezca, sino porque un episodio de la etapa de ayer merece ser reseñado debidamente. La misión de un cronista es contar las cosas buenas y las malas, los episodios agradables y desagradables, las buenas personas y las que no lo son tanto.
  Ayer por la mañana Miguel Ángel llegó con su bicicleta a cierto pueblo con el ánimo de entrevistarse con su Alcalde y dar a conocer la enfermedad de Celia. Es decir, lo mismo que había hecho en los pueblos anteriores, y lo mismo que hizo y hará en los siguientes. Dicho Alcalde, sin embargo, le hizo saber (a través de terceros) que no tenía tiempo y no le interesaba una reunión con él. Tal y como lo leen. Ni el Alcalde ni nadie de su equipo podían dedicarle unos minutos a mi hermano. Sin duda, asuntos importantísimos y urgentérrimos de vital interés y repercusión requerían de su regia atención, y no podía perder el tiempo en atender a un chiflado que llegaba con una oscura iniciativa solidaria para apoyar a una niña que ni conocía ni, lo que era más importante, iba a votarle jamás. Esa niña, en su opinión, era perfectamente desdeñable. Y la ruta solidaria, por supuesto, más todavía. 
 Supongo que ese Alcalde no se enteró de que esa misma tarde, mientras él atendía esos importantísimos asuntos, Celia era ingresada de urgencia en el hospital con un hematoma de feo aspecto. Un hematoma que en él o en mí no tendrían mayor importancia pero que para Celia constituye un problema grave, porque su enfermedad impide a la sangre coagularse de forma correcta. Pero también es de suponer que, en medio del fragor de esos asuntos tan vitales que le absorbían, a ese Alcalde poco le importaba esa circunstancia.
 Supongo también que dicho Alcalde ignora que Celia ha sido sometida hoy a una transfusión para neutralizar el peligro que ese hematoma supone para ella. Ocupado en esos urgentérrimos temas de complejidad solo comparables a algunos problemas de física cuántica, poco le habrá importado que Celia lleve ya 10 años así, entrando y saliendo de hospitales ante el más leve rasguño. Él sin duda tiene cosas más importantes en las que pensar que en el bienestar de una niña que ni conoce, ni es vecina del pueblo, ni su suerte le importa lo más mínimo. 
 Finalmente, supongo que esta noche ese Alcalde volverá a casa cansado pero feliz. Seguramente se tomará una copa después de cenar, besará a sus hijos y se irá a dormir con la sensación del deber cumplido. Todo lo contrario que los padres de Celia, que velarán en el hospital junto a su cama. Todo lo contrario también que Miguel Ángel, que dormirá al raso a la espera de realizar mañana otra etapa de esta ruta solidaria. No sería de extrañar que el señor Alcalde tuviera también dulces sueños, porque ya se sabe que las pesadillas solo asaltan a los que tienen conciencia. 
 Le deseo que duerma bien, señor Alcalde. Sin duda lo necesitará. Mañana habrá otros importantísimos y urgentérrimos asuntos de vital interés y repercusión. Aunque casi estoy seguro de que entre ellos no estará recibir a nadie que vaya por ahí haciendo buenas obras por puro altruismo. De eso que se encarguen otros, que no está usted para tonterías. Y a ser posible y cuando tenga un rato, lea esta frase de Woody Allen: “el mago hizo un gesto y desapareció el hambre. Hizo otro gesto y desapareció la injusticia. Hizo otro gesto y desapareció la guerra. El político hizo un gesto y desapareció el mago”. Quizá le haga pensar. O quizá no, tan ocupado como está en asuntos importantísimos y urgentérrimos de vital interés y repercusión.

 P.D.: La etapa de hoy ha ido muy bien. Las fotos hablan por sí mismas. Esto y la recuperación de Celia son sin duda lo más importante.

   Diario de una ruta solidaria: día 10.



 Por desgracia, vivimos en un mundo en el que los héroes suelen ser anónimos y los villanos demasiado conocidos. Sin embargo, también es cierto que los héroes anónimos son los que dejan las huellas más profundas. Quizá porque nadie espera encontrar un héroe en alguien que a primera vista parece tan normal como uno mismo, y eso nos resulta sorprendente. O quizá porque esos héroes anónimos a menudo ignoran que lo son y realizan sus hazañas sin darles importancia, como si sus acciones fueran la cosa más normal del mundo. Sea como sea, nunca debemos olvidarnos que la mayoría de los héroes no visten capa ni llevan brillante armadura.
  Miguel Ángel, uno de esos héroes anónimos, ha realizado hoy la penúltima etapa de la ruta que le ha llevado a lo largo y ancho de la provincia de Jaén dando a conocer la enfermedad de Celia y concienciando a la gente sobre las enfermedades raras. Ha recorrido la comarca de Sierra Mágina, famosa por su aceite de oliva y también por sus castillos. Ha sido un día provechoso, donde no sólo se ha conseguido el compromiso de algunos Ayuntamientos de realizar actos en favor de Celia, sino que también la Junta de Andalucía la incluirá en sus planes sobre enfermedades raras. A la última parte de la etapa se ha sumado la asociación “Vida al Ciclista”. Más héroes anónimos ayudando al héroe.
  No quiero olvidarme de otros héroes anónimos que, aunque poco nombrados por mí en estas crónicas, merecen todo mi reconocimiento. Me refiero, naturalmente, a los padres de Celia. Siempre con ella, animándola y atendiéndola, a menudo ocultan las lágrimas bajo una cara alegre para que Celia no sienta la angustia que ellos sienten. Creo que es de justicia este pequeño reconocimiento a su diaria labor heroica, aunque estoy seguro de que su mayor premio será ver la sonrisa de su hija mientras juega, estudia o sueña.
 Porque esa sonrisa es la bandera de nuestra pequeña gran heroína. Y ser capaz de sonreír como ella lo hace es la mayor prueba de heroísmo que jamás podré contarles. El secreto de esa sonrisa no es otro que sentirse feliz. Sabe que es querida, sabe que la enfermedad no podrá doblegarla y sabe, en definitiva, que con la ayuda de todos acabará venciendo.
 Decía la Madre Teresa de Calcuta que “no tenemos la solución a todos los problemas del mundo en nuestras manos, pero frente a los problemas del mundo, tenemos nuestras manos”. Los héroes anónimos han comprendido esta frase y utilizan sus manos para solucionar los problemas de los que están a su alrededor. Sin alardes ni aspavientos. Como si lo que hacen fuera lo más normal del mundo. No, la mayoría de los héroes no visten capa ni llevan brillante armadura. A veces montan en bicicleta, ocultan las lágrimas o, sencillamente, llevan una sonrisa por bandera.

    Diario de una ruta solidaria: día final.




  En cierta ocasión, a la salida de una conferencia, le preguntaron a Freud las condiciones para que una persona estuviera psicológicamente sana y lo que tenía que hacer para ser feliz. La persona que preguntó quizá esperaba una larga parrafada, pero Freud se limitó a mirar fijamente a su interlocutor y a decir sólo tres palabras: “Lieben und arbeiten”. Amar y trabajar.
 Creo firmemente que Freud tenía razón. En realidad no necesitamos nada más. Si somos capaces de amar y de trabajar seremos felices. Muchas veces me preguntan por qué estoy tan convencido de que Celia es feliz, y yo les contesto que porque ama y trabaja. Celia ama con la inocencia y la incondicionalidad de sus 10 años, y trabaja todos los días con la ilusión que da aprender cada día algo maravilloso en la escuela. Se siente querida y no solo por su familia, sino también por todos aquellos que llegan a conocerla, y eso la fortalece. Tanto, que es capaz de explicarnos en el vídeo y con sus propias palabras su enfermedad, y lo hace de tal modo que llega a emocionarnos. Así que, ¿le queda a usted alguna duda de que Celia es feliz?

  Sí, estoy seguro de que Freud tenía razón y no necesitamos nada más. Por eso sé que Miguel Ángel es también feliz. Haber consumido 15 días de sus vacaciones en pedalear sin descanso por una causa noble le ha hecho aún mejor de lo que ya era. Descubriendo paisajes se ha encontrado un poco más a sí mismo. Sintiendo el cariño de aquellos con los que se cruzaba y se reunía ha comprendido que amar y trabajar hace que los que te rodean amen y trabajen contigo. Ha entendido que luchando por ser feliz, haces más feliz a los demás. Por tanto, ¿aún duda usted de que Miguel Ángel es feliz?
  No me gustaría acabar este diario sin confesarles algo: durante estos días yo también he sido feliz. Sé que mi labor ha consistido solamente en contar las hazañas de otros, pero he puesto en ella mi corazón. Durante estas dos semanas he sido un poco más dichoso, y ese es el pago a mi trabajo. Voy a echar de menos narrar pedaladas, cuestas y curvas, pero eso es lo de menos. Lo importante es que la princesa que está detrás de esta deficiencia de factor V siga sonriendo. Quizá algún día haga con los dedos una V, y ese signo signifique que ha vencido. Esa esperanza mueve a su familia. Para ese momento ha pedaleado Miguel Ángel. Y para ver algún día ese instante, he escrito este diario. Créanme que para mí ha sido un honor.
  Mi agradecimiento a Santi Rodríguez por haber acompañado a mi hermano en esta última etapa. Mi reconocimiento a los padres de Celia, que luchan día a día sin descanso por el bienestar de su hija. Y mi gratitud a usted, querido lector, por haber hecho este viaje conmigo y con mi hermano. Me despido, no sin desearle fervientemente que ame y trabaje; porque Freud tenía razón: es lo único que se necesita para ser feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario